El Arpa, conjuntamente con sus hermanas,o tal vez madres la Cítara y la Lira fueron siempre consideradas como instrumentos propiamente Angelicales, como también de seres Elementales como las Hadas y los Elfos, con lo cual es innegable su relación con los planos sutiles de la existencia.
Sus sonidos etéreos de alta vibración emocional, los hacen cercanos a lo Divino y a la armoniosa "comunicación de la Tierra y el Cielo"; mucho más que el órgano y el violín, otros dos instrumentos también vinculados a los sonidos de mundos superiores.
Por ende, como "símbolo", el Arpa nos conduce directamente a Dios y a la elevación espiritual.
Y quizá sea realmente el Arpa, entre todos los instrumentos, el que tenga más dones de divinidad, pues hasta se dice que es "el alma del piano" (el instrumento musical por excelencia), ya que éste "la contiene en su interior" como si fuera el "corazón" de su funcionamiento.
Al considerase su sonido como la voz de los Ángeles, se asocia con el llamado "Lenguaje de los Pájaros o de los Dioses", denominación que recibe el "Lenguaje Madre de todas las Lenguas Sagradas": el lenguaje de los Iniciados, Discípulos y Jerarquías Superiores Celestiales, el lenguaje que sólo puede percibir quien ha alcanzado los estados espirituales más elevados. También este Leguaje de los Dioses, por analogía, se relaciona con la "expresión artística", por la "inspiración Divina" que interviene en ella. El arte es el vislumbre de ese lenguaje expresado por el mundo humano, y especialmente cuando se trata de "sonido", es decir, la "música" y la palabra, mediante la "poesía".
Para comenzar una simple y rápida reflexión sobre la simbología del Arpa, reparemos primeramente en su forma.
Si la observamos haciendo la síntesis abstracta de ella, vemos que es un "Triángulo", colocado con el vértice hacia abajo.
El triángulo es la figura geométrica que como símbolo, corresponde al número "Tres" y éste, simbólicamente refiere a Dios, al ser el orden espiritual en el macro y micro cosmos. Del Todo nace el Uno (en geometría sagrada: el punto), éste produce el Dos: la dualidad (en geometría sagrada: la línea), y del Dos surge el Tres: vuelta a una totalidad en otra escala y expresión de la primera manifestación Divina (en geometría sagrada: el triángulo). Así es que el triángulo en la tradición judaica es símbolo de Dios o de su "Ojo Divino" y en la cristina de la "Trinidad", es decir de los tres aspectos fundamentales en que Dios se manifiesta: Padre, Hijo y Espíritu Santo o Luz, Amor y Voluntad (y las infinitas expresiones que según las religiones, sistemas simbólicos, filosofías o mitologías podemos encontrar de ella). Tres, entonces, es el número simbólico de la idea de Dios y de su primera forma de revelación; y el triángulo, la figura simbólica de esa Energía Espiritual (Unidad y Armonía).
Para la alquimia, el pensamiento esotérico, los sistemas simbólicos (Kabalá, Astrología, Tarot, etc.), el triángulo alude al Elemento Fuego y al Plano Espiritual, como también al Corazón. Pero el triángulo con el vértice orientado hacia abajo, es decir invertido, nos habla de la Espiritualidad que desciende a la tierra y se manifiesta en el mundo humano, dado que esta posición es "reflejo" del triángulo orientado hacia arriba (naturaleza Divina y naturaleza Humana). Con respecto al Arpa, es el sonido que baja del cielo y se hace entendible para nuestros humanos oídos. Como si fuera la voz del cielo, de sus seres o directamente, la voz de Dios, ejecutada a través del instrumento que pulsa el hombre. Se podría decir, que es la expresión de la parte Divina del hombre; y la comunicación de lo celestial a través de lo terrenal, que ya habíamos apuntado.
Además, el triángulo hacia abajo se transforma en símbolo femenino, contrario al derecho que representa lo masculino. Y también en el símbolo del Elemento Agua y el Plano Emocional. Hacia abajo entonces, es gestación y manifestación. El Arpa desciende, devela, expresa la espiritualidad.
Pero observemos que se trata de un triángulo isósceles. Esta clase de triángulo es la que refiere especialmente al elemento Fuego, ya que el triángulo equilátero representa la Tierra, el rectángulo al Agua y el escaleno al Aire; lo que nos confirma una vez más que un triángulo isósceles invertido, alude a la espiritualidad expresada a través de la materia.
Continuemos observando que tanto todo el instrumento como sus cuerdas están colocadas "verticalmente". Esto también forma parte de su fuerte caudal simbólico, pues sigue reforzando el sentido de la "verticalidad": el alineamiento de lo inferior con lo superior, habla de ascensión y evolución.
La postura vertical o lo erguido perpendicularmente a lo horizontal (como muestra columna vertebral con respecto a la Tierra), simbólicamente implica un estadio de conciencia en elevación, y en contacto con lo que trasciende lo material. Y el Arpa produce con la vibración de sus cuerdas un estado de elevación mental y emocional.
El origen del Arpa es un misterio, pero sí se sabe que su antigüedad se remonta a 3000 años A.C. apareciendo entre los Sumerios y Egipcios. Su uso se hizo muy popular en la antigua Grecia y Roma, cobrando luego una utilidad importantísima entre los Celtas y Nórdicos en el S.VIII, al punto de transformarse para Irlanda, en "su instrumento emblemático" y enriqueciéndose notablemente su evolución histórica a través de ellos. Las variedades que aparecieron son muy abundantes. Cambian en forma y cantidad de cuerdas según los luthier que las creaban y según las características de los lugares y sus materiales.
En el S.XVII, le agregaron "7 pedales", uno para cada nota de la escala musical (recordemos la Lira), y ya en 1778, Mozart le dedica su concierto para Flauta y Arpa. En el S.XVIII decayó su uso por el surgimiento del laúd, pero después que en 1881, en Francia, Sebastián Érard (diseñador de pianos de origen alemán) perfecciona al máximo su constitución dándole doble movimiento a sus pedales, toma su forma actual y logra ocupar su lugar en las orquestas. Desde entonces, comienza a recibir la atención de famosos compositores que le dedicaron preciosas obras para su protagonismo, exhibiendo a partir del S.XX, todo su esplendor.
El número de cuerdas que tiene el Arpa es 46 y son de clases diferentes. Hay 35 en el registro medio y agudo que son de tripa de carnero, en tanto que las 11 restantes son de alpaca o cobre (entorchadas en acero) para el registro grave. La extensión es de 6 octavas y media (de C bemol 1 a G# 6): esta es la extensión más amplia después del órgano y el piano. Obviamente que tanto el número de cuerdas como los ángulos que contiene su forma triangular, podrían tener importancia en el análisis simbólico, pero no vamos a tratar aquí ambos puntos porque nos exigiría una extensión que no podemos abordar en este espacio, pero lo mencionamos para dejarlo a cargo del lector interesado.
Sus sonidos etéreos de alta vibración emocional, los hacen cercanos a lo Divino y a la armoniosa "comunicación de la Tierra y el Cielo"; mucho más que el órgano y el violín, otros dos instrumentos también vinculados a los sonidos de mundos superiores.
Por ende, como "símbolo", el Arpa nos conduce directamente a Dios y a la elevación espiritual.
Y quizá sea realmente el Arpa, entre todos los instrumentos, el que tenga más dones de divinidad, pues hasta se dice que es "el alma del piano" (el instrumento musical por excelencia), ya que éste "la contiene en su interior" como si fuera el "corazón" de su funcionamiento.
Al considerase su sonido como la voz de los Ángeles, se asocia con el llamado "Lenguaje de los Pájaros o de los Dioses", denominación que recibe el "Lenguaje Madre de todas las Lenguas Sagradas": el lenguaje de los Iniciados, Discípulos y Jerarquías Superiores Celestiales, el lenguaje que sólo puede percibir quien ha alcanzado los estados espirituales más elevados. También este Leguaje de los Dioses, por analogía, se relaciona con la "expresión artística", por la "inspiración Divina" que interviene en ella. El arte es el vislumbre de ese lenguaje expresado por el mundo humano, y especialmente cuando se trata de "sonido", es decir, la "música" y la palabra, mediante la "poesía".
Para comenzar una simple y rápida reflexión sobre la simbología del Arpa, reparemos primeramente en su forma.
Si la observamos haciendo la síntesis abstracta de ella, vemos que es un "Triángulo", colocado con el vértice hacia abajo.
El triángulo es la figura geométrica que como símbolo, corresponde al número "Tres" y éste, simbólicamente refiere a Dios, al ser el orden espiritual en el macro y micro cosmos. Del Todo nace el Uno (en geometría sagrada: el punto), éste produce el Dos: la dualidad (en geometría sagrada: la línea), y del Dos surge el Tres: vuelta a una totalidad en otra escala y expresión de la primera manifestación Divina (en geometría sagrada: el triángulo). Así es que el triángulo en la tradición judaica es símbolo de Dios o de su "Ojo Divino" y en la cristina de la "Trinidad", es decir de los tres aspectos fundamentales en que Dios se manifiesta: Padre, Hijo y Espíritu Santo o Luz, Amor y Voluntad (y las infinitas expresiones que según las religiones, sistemas simbólicos, filosofías o mitologías podemos encontrar de ella). Tres, entonces, es el número simbólico de la idea de Dios y de su primera forma de revelación; y el triángulo, la figura simbólica de esa Energía Espiritual (Unidad y Armonía).
Para la alquimia, el pensamiento esotérico, los sistemas simbólicos (Kabalá, Astrología, Tarot, etc.), el triángulo alude al Elemento Fuego y al Plano Espiritual, como también al Corazón. Pero el triángulo con el vértice orientado hacia abajo, es decir invertido, nos habla de la Espiritualidad que desciende a la tierra y se manifiesta en el mundo humano, dado que esta posición es "reflejo" del triángulo orientado hacia arriba (naturaleza Divina y naturaleza Humana). Con respecto al Arpa, es el sonido que baja del cielo y se hace entendible para nuestros humanos oídos. Como si fuera la voz del cielo, de sus seres o directamente, la voz de Dios, ejecutada a través del instrumento que pulsa el hombre. Se podría decir, que es la expresión de la parte Divina del hombre; y la comunicación de lo celestial a través de lo terrenal, que ya habíamos apuntado.
Además, el triángulo hacia abajo se transforma en símbolo femenino, contrario al derecho que representa lo masculino. Y también en el símbolo del Elemento Agua y el Plano Emocional. Hacia abajo entonces, es gestación y manifestación. El Arpa desciende, devela, expresa la espiritualidad.
Pero observemos que se trata de un triángulo isósceles. Esta clase de triángulo es la que refiere especialmente al elemento Fuego, ya que el triángulo equilátero representa la Tierra, el rectángulo al Agua y el escaleno al Aire; lo que nos confirma una vez más que un triángulo isósceles invertido, alude a la espiritualidad expresada a través de la materia.
Continuemos observando que tanto todo el instrumento como sus cuerdas están colocadas "verticalmente". Esto también forma parte de su fuerte caudal simbólico, pues sigue reforzando el sentido de la "verticalidad": el alineamiento de lo inferior con lo superior, habla de ascensión y evolución.
La postura vertical o lo erguido perpendicularmente a lo horizontal (como muestra columna vertebral con respecto a la Tierra), simbólicamente implica un estadio de conciencia en elevación, y en contacto con lo que trasciende lo material. Y el Arpa produce con la vibración de sus cuerdas un estado de elevación mental y emocional.
El origen del Arpa es un misterio, pero sí se sabe que su antigüedad se remonta a 3000 años A.C. apareciendo entre los Sumerios y Egipcios. Su uso se hizo muy popular en la antigua Grecia y Roma, cobrando luego una utilidad importantísima entre los Celtas y Nórdicos en el S.VIII, al punto de transformarse para Irlanda, en "su instrumento emblemático" y enriqueciéndose notablemente su evolución histórica a través de ellos. Las variedades que aparecieron son muy abundantes. Cambian en forma y cantidad de cuerdas según los luthier que las creaban y según las características de los lugares y sus materiales.
En el S.XVII, le agregaron "7 pedales", uno para cada nota de la escala musical (recordemos la Lira), y ya en 1778, Mozart le dedica su concierto para Flauta y Arpa. En el S.XVIII decayó su uso por el surgimiento del laúd, pero después que en 1881, en Francia, Sebastián Érard (diseñador de pianos de origen alemán) perfecciona al máximo su constitución dándole doble movimiento a sus pedales, toma su forma actual y logra ocupar su lugar en las orquestas. Desde entonces, comienza a recibir la atención de famosos compositores que le dedicaron preciosas obras para su protagonismo, exhibiendo a partir del S.XX, todo su esplendor.
El número de cuerdas que tiene el Arpa es 46 y son de clases diferentes. Hay 35 en el registro medio y agudo que son de tripa de carnero, en tanto que las 11 restantes son de alpaca o cobre (entorchadas en acero) para el registro grave. La extensión es de 6 octavas y media (de C bemol 1 a G# 6): esta es la extensión más amplia después del órgano y el piano. Obviamente que tanto el número de cuerdas como los ángulos que contiene su forma triangular, podrían tener importancia en el análisis simbólico, pero no vamos a tratar aquí ambos puntos porque nos exigiría una extensión que no podemos abordar en este espacio, pero lo mencionamos para dejarlo a cargo del lector interesado.
Pero volvamos a reparar un detalle más sobre la simbología de su forma, dado que remontándonos a su desarrollo en la historia, descubrimos algo notable sobre ésta: las antiguas Arpas utilizadas en Egipto, no eran triangulares sino un medio Arco, llamado "Arco Musical".
Desde nuestro punto de vista simbólico podemos decir que el arco es un sector del "círculo" y éste, simbólicamente también alude a Dios, pues es la expansión del punto que representa al Foco de Conciencia Divina (origen de la creación). Y la Conciencia Divina al manifestarse desarrolla el triángulo del que ya hablamos. Por ende, podríamos decir que simbólicamente es muy significativo que la forma de arco o semicírculo que primitivamente tenía el Arpa se fuera transformando con su perfeccionamiento, en un triángulo.
Por último, es fundamental "la tensión" de las cuerdas. Éstas deben estar bien tensadas y reguladas, para brindar la escala armónica en forma óptima. El Arpa simboliza a través de la tensión de sus cuerdas la tensión entre lo material (que simboliza el marco y propiamente las cuerdas) y las aspiraciones espirituales (simbolizadas por los sonidos o vibraciones que emite lo material), y como éstos sonidos son armónicos sólo cuando la tensión esta bien afinada, se considera al Arpa simbólica del ser "templado, entonado, acordado"; es decir, del alma que iluminada por el espíritu, se torna "virtuosa". Y así, teniendo el dominio de la personalidad, pone a ésta al servicio del universo. "Afinar es perfeccionar". Sería el estado ideal que anhelamos y tratamos de alcanzar, de tener nuestros "siete" cuerpos vibrando al unísono y en armonía con nuestro ser interno y el universo, todo en una magna melodía.
Pasando ahora a otros aspectos simbólicos, el Arpa también posee la misma condición de ciertas Campanas, Cuencos y tantos otros instrumentos cuyos sonidos, por tener vibraciones especiales, resultan altamente armonizantes de los cuerpos mental, emocional y físico, siendo utilizados con fines terapéuticos y como preludio a los estados de conciencia meditativos; tal como el poder de los mantrans hindúes, cuyos ritmos producen una armonización y apertura a estados superiores de conciencia.
También a través de la historia, se observa que el Arpa ha tenido mucho que ver en rituales fúnebres, por considerase, como ocurre con la Campana, un elemento que ayuda a la conducción de las almas a los otros mundos.
Esta función simbólica de "puente entre los planos superiores o espirituales y los materiales o mundanos", liga al Arpa con el significado simbólico del Arco Iris y de la Escala Mística. También tiene una vinculación con la figura mitológica del alado caballo blanco llamado "Pegaso" y la simbología del cisne.
Con el primero, porque entre los varios aspectos de este símbolo, se encuentra el mismo sentido de la mayor elevación del pensamiento y de puente comunicante entre cielo y tierra.
Con el segundo, porque en la mitología Griega, el cisne estaba consagrado a la música (formaba parte de los atributos del ya citado Apolo -dios del Sol o la Luz y la Música y la Poesía-, y de Venus -diosa de la Belleza-) y se dice que una forma primitiva del Arpa sugería el aspecto del cisne. El cisne, como símbolo, también se halla asociado a la muerte. La fábula cuenta que el cisne muere cantando. Sus blancas plumas simbolizan la luz pura y brillante del Sol: la "conciencia iluminada" y por ello, "canta cuando muere", pues es el espíritu que purificado se reintegra a Dios. Arpa y cisne, son símbolos del sacrificio del alma y el despertar de la intuición.
También el Arpa esta ligada, a través de otras mitologías, al simbolismo de los ciclos: nacimiento y muerte de los procesos de la naturaleza. Por ejemplo en la Celta, el dios de la abundancia Daghda, tocaba el Arpa para invocar a las estaciones.
Por todo lo expuesto, podemos sintetizar que el Arpa es simbólicamente -por la tensión vibratoria de sus cuerdas y sus suaves sonidos de concordia- mensajera del sentido de la voluntad como fuerza de elevación, aspiración y superación evolutiva del alma y de la armonía cósmica.-
Entonces vemos que el Arpa no sólo a través de la música eleva al alma humana, su encanto también se debe a su aspecto simbólico de gran contenido. Y la conjunción de ambos factores es lo que la convierte en fuente inspiradora para el artista, no sólo de la música sino de la palabra: el "poeta".
Autora: Elsa M. Rolla
Revista Crecimiento Interior Nº 94, 2-2006